Héctor Acevedo
EL DISCRETO TRANSGRESOR
Los cuadros de Héctor Acevedo han venido evolucionando sin dar la apariencia de romper esquemas. Se trata, sin embargo, de una falsa percepción. El pintor está atento a la realidad y la somete a una inquisitiva mirada para extraer los materiales necesarios para construir su universo pictórico.
Detrás de la idílica realidad que reflejan sus pinturas, el arte de Héctor Acevedo ha socavado la realidad hasta lograr -según sostiene Valeriano Venneri, historiador y curador de arte italiano- que la frontera entre lo figurativo y lo abstracto sea muy delgada.
El crítico italiano señala que, además de los audaces tonos de colores que usa Acevedo a contrapelo de la impronta del arte renacentista italiano, especialmente de Boticelli, hay una vocación narrativa en el artista y un horror vacui que lo lleva a llenar compositiva y colorísticamente sus obras.
Hasta en la concepción de sus cuadros se muestra la voluntad transgresora del artista. Así no obstante que sus temas, personajes, atmósferas y motivos nacen del subconsciente -según ha confesado en alguna ocasión- estos son sometidos a los engranajes de la razón. Basta con una mirada retrospectiva de su obra para advertir que su pintura no ha permanecido estática y que ha sabido adaptar su maestría técnica a sus nuevas necesidades expresivas. Ha transitado de la figura plana y el espacio unidimensional a la fragmentación y el manejo de la luz para producir efectos de sentido en el espectador.
Su pintura cada cierto tiempo incorpora nuevos elementos y perspectivas sin dejar rastros muy visibles. La razón de esta aparente invisibilidad es su manejo diestro de la técnica que es capaz de crear atmósferas feéricas que seducen y dan la falsa impresión de que en su visión impera lo lúdico.
Pero su obra está imbuida de una visión más crítica y corrosiva en la que pone en entredicho males y entuertos contemporáneos como el machismo, la hipocresía social, la alienación o cualquier otra forma de inautenticidad. Una de sus vertientes temáticas es la que presenta a arcángeles en aparatosas caídas que simbolizan una crítica velada al poder del clero. No cuestiona la religiosidad popular sino la liturgia de la nomenclatura eclesiástica. Lo hace, sin embargo, sin aspavientos, sin prescindir de la belleza plástica ni el sentido del humor.
En la pintura de Acevedo las apariencias engañan. Por eso hay hay que contemplarla con suspicacia. Se muestra ingenua, apacible, tersa aunque en la trastienda hay un artista que quiere subvertir la realidad de acuerdo con su visión del mundo.
Los cuadros de esta muestra “Realidades Convergentes” parecen demostrar que Héctor Acevedo es un pintor que no renuncia a hacer un retrato integral de la condición humana.
Domingo Varas Loli
Periodista, escritor y Critico de Arte.